Sunday, November 12, 2006

La "Humanidad" del porvenir

Cuando miro, con los ojos de una época lejana, hacia ésta, no encuentro nada más singular en el hombre actual que su virtud y su enfermedad particular que se llama "sentido histórico". Hay en la historia el cebo de todo lo nuevo y extraño; dése a este germen algunos siglos más, y terminará quizá por salir de él una planta maravillosa, con un olor también maravilloso, a causa del cual nuestra vieja tierra sería más agradable de habitar de lo que ha sido hasta el presente. Es que nosotros, hombres modernos, comenzamos a formar la cadena de un sentimiento que el porvenir mostrará muy poderoso, eslabón por eslabón: apenas sabemos lo que hacemos. Nos parece como si no se tratase de un sentimiento nuevo, sino solamente de la aminoración de todos los sentimientos antiguos; el sentido histórico es aún una cosa tan pobre y tan fría, que hay hombres que se sienten helados por él y más pobres y más fríos aún. Para otros, es el índice de la vejez que viene, y nuestro planeta les aparecerá como un enfermo melancólico que, para olvidar el presente, se pone a escribir la historia de su juventud. En efecto, ésta es una de las frases de ese nuevo sentimiento; el que sabe considerar la historia del hombre en su conjunto como "su historia", siente, en una enorme generalización, toda la aflicción del enfermo que sueña con la salud, del viejo que sueña con su juventud, del enamorado privado de su bien amada, del mártir cuyo ideal está destruido, del héroe la noche de una batalla cuya suerte ha estado indecisa y de la cual conserva las heridas y el pesar de la muerte de un amigo. Pero llevar esta suma enorme de miserias de toda especie, poder llevarla y ser, al mismo tiempo, el héroe que saluda, en el segundo día de la batalla, la venida de la aurora, la llegada de la felicidad, puesto que se es el hombre que tiene delante y detrás de él un horizonte de mil años, siendo el heredero de toda nobleza, de todo espíritu del pasado, heredero obligado, el más noble entre todas las antiguas noblezas y, al mismo tiempo, el primero de una nobleza nueva, de la cual no ha visto cosa semejante en
ningún tiempo: tomar todo esto sobre su alma, lo más antiguo y lo más nuevo, las pérdidas, las esperanzas, las conquistas, las victorias de la humanidad y reunir, por fin, todo esto en una sola alma, resumirlo en un solo sentimiento, esto, ciertamente,
debería tener por resultado una dicha que el hombre no ha gozado nunca hasta hoy: la dicha de un dios, pleno de poderío y de amor, de lágrimas y de risas; una dicha que, semejante al sol de la tarde, hará don incesante de su riqueza inagotable para verterla en el mar, y que, como el sol, no sentirá lo más rico sino cuando el más pobre pescador reme con remos de oro. Esa dicha divina se llamaría entonces humanidad.
(FR. NIETZSCHE, «La gaya ciencia», cit., aforismo 337, p. 156.)

5 comments:

Laura said...

con solo leerlo mi mente se despejó y me sentí dichosa.

Niño lindo que lindo comienzo, con tu más querido filósofo.

Pues corazón me preguntaba que sería de tu blog y me encuentro esta sorpresa con la cual me voy sonriendo, y te cuento que la tarde, el sol y el mar estan como dice N. así que voy a ver cuantos pescadores llenos de dicha encuentro.

besossss

Laura said...

A me olvidaba, adelante con este progreso y sus pensares errantes, vamos por más.
beso

AlmaCaraluna said...

que bueno reencontrame con este texto.

Saludos con destellos de luna.

Laura said...

Lindura pilas!!!! que haces?
estás? jajaja
besitos
no te pierdas mucho, bueno pierdete si lo estás pasando bién.
más besitos al guzanito come libros

Aciago Demiurgo said...

Que acaso realemnte es necesario entender este escrito?

O es solo una imagen viva de nuestra propia incapasidad?